sábado, 7 de noviembre de 2009

"Un premio al trabajo infinito"

“Puertollano, ciudad europea del deporte en el 2011” Suena bien. Me gusta. En la mañana de ayer las palabras del alcalde de la ciudad, Joaquín Hermoso Murillo, querían contagiar su felicidad por tal nombramiento. Siempre es bueno que tu ciudad se oiga más allá del panorama nacional. Y si se consigue a través del deporte, pues bienvenido sea.

No voy a entrar, en esta columna, a analizar si la inversión que se tenga que realizar para cumplir con las promesas realizadas, compensará con el nombre que le de a Puertollano ser “ciudad europea del deporte en el 2011”. Creo que eso tocará hablarlo cuando se ponga fin a dicho año. De momento, es tiempo de felicitarse por algo que, sin duda, es un acontecimiento social que servirá para dar un salto cualitativo a nivel de instalaciones deportivas, por la construcción de alguna nueva y por la mejora de las existentes, muy necesaria en algunos casos.

Siempre he presumido de ser de una ciudad en la que se apuesta mucho y bien por el mundo del deporte. Pese a quien pese, Puertollano es un referente a nivel provincial y regional si de ello hablamos. Y eso es gracias al trabajo de muchas personas. De muchísimas. Tantas que sería imposible, por cuestión de espacio, nombrarlas a todas. Y como ya se me conoce, falso sería poner a todas y más si algunas ni tengo la oportunidad de conocerlas ni las he conocido. Pero sí he tenido la inmensa suerte de conocer a otras de ellas.

Y entre esas personas están tres por encima de todas: primero “Manolo Serrano”. Nunca, por muchos reconocimientos que se le hayan hecho, se le podrá agradecer su entrega y dedicación al mundo del deporte durante tantísimos años. Llegar a ser “ciudad europea del 2011” debe ser otro reconocimiento más en su vida. Se lo merece porque la ciudad de Puertollano le debe mucho, más de lo que nos podamos imaginar.

Y me alegro también por Raúl Serrano y Fran Tamaral. Porque su trabajo, junto al del resto del área del deporte, es infinito. Pero moralmente me debo acordar de ellos dos. Por los buenos momentos compartidos y que restan por compartir (esas risas cuando nos juntamos “los cuatro” deben seguir existiendo por favor) y por demostrar día a día que por encima de los profesionales están las personas, con capacidad de crítica y con la mente abierta. Vosotros siempre habéis sabido valorar lo que otros no han sabido o no han querido valorar. Y esos pequeños detalles se agradecen más de lo que imagináis, aunque muchas veces no se digan. Os va a tocar “currar mucho” pero ya de antemano… os doy las gracias por todo. Yo… sí os valoro vuestro trabajo.

Gracias.

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